El acto fundacional del Círculo Rojo de Javier Milei

El acto fundacional del Círculo Rojo de Javier Milei

En Vaca Muerta escenificó el ascenso del sector hidrocarburífero, que va por más. Dólares y nuevo reparto del poder. Los presidentes pasan, los intereses quedan.

Por Marcelo Falak.

La escala que Javier Milei realizó este jueves en Vaca Muerta, Neuquén, antes de viajar a Chile, podría considerarse el acto fundacional del surgimiento de un nuevo segmento del Círculo Rojo empresarial, producto la consolidación de un sector económico que en los próximos años se hará dominante en la Argentina: el de la exportación de gas y petróleo no convencionales.

"El presidente de la Nación, Javier Milei, fue recibido en Vaca Muerta por el presidente de YPF, Horacio Marín, en su primera visita oficial a esta formación que se posiciona como una oportunidad de crecimiento para la economía argentina (…). Visitó un equipo de perforación de última tecnología en Loma Campana que se encontraba perforando el pozo horizontal Soil 455 con una profundidad de 3.083 metros. Posteriormente, mantuvo una reunión con los principales directivos de las operadoras con presencia en Vaca Muerta: YPF, PAE, CGC, Chevron Argentina, Exxon, Pampa Energía, Pluspetrol, Shell, Tecpetrol, Total y Vista entre otras", dijo un comunicado de la petrolera controlada por el Estado.

Aquí están, estos son los nombres del nuevo Círculo Rojo nacional, aunque, por supuesto, muchas de esas compañías tienen presencia de años o incluso de décadas en la comunidad de negocios vernácula. Sin embargo, el dato novedoso es la escala que adquirirán sus negocios en los próximos años y su dominancia sobre una estructura productiva destinada a cambiar de modo drástico, para bien, diversificándose. Y, claro, de la mano de todo lo mencionado, la modificación del poder político relativo de los segmentos conocidos del Círculo Rojo.

Javier Milei y un render del futuro

Unos pocos números ilustran el nuevo reparto del poder dentro del empresariado:

- Las exportaciones de petróleo treparían este año por encima de los 5.000 millones de dólares, mientras que el incremento de la extracción y el transporte de gas permitirán reemplazar importaciones gravosas –que en años recientes complicaron el saldo comercial–, la incorporación de reservas al Banco Central y el sostenimiento de mínimos equilibrios macroeconómicos. Es sólo el inicio.

- El superávit energético –el saldo neto de divisas generado por esa actividad– sería de 5.000 millones de dólares este año y ascendería a 7.300 millones el que viene.

- A la progresión esperada de la explotación en crudo de esos recursos no convencionales –superior ya al 50% del total– habría que sumar la esperada emergencia de un polo industrial y portuario para la exportación de gas natural licuado (GNL), el proyecto que la YPF de Milei le quitó a Bahía Blanca –provincia de Buenos Aires– para entregarlo a Punta Colorada –Río Negro– en base a argumentos alegadamente técnicos y muy probablemente políticos. Si el plan YPF-Petronas consiguiera cerrar contratos con clientes y el financiamiento necesario –cosas que no son soplar y hacer botellas–, Argentina podría exportar, solo en este concepto, 30.000 millones de dólares desde 2031.

- Si de poder relativo, de capacidad de lobby y de influencia política se trata, cabe comparar esos datos con las exportaciones del complejo sojero, que hasta ahora tiene en su mano la canilla que abre o cierra el chorro de los dólares que derraman sobre la economía, y, con eso, el nivel de reservas, el valor del tipo de cambio y la suerte política de los sucesivos gobiernos. En 2022, último año completo normal que se puede tomar como referencia antes de la sequía del año pasado, superaron por poco los 24.000 millones de dólares.

Cambia, todo cambia.

El Círculo Rojo ampliado

Lo inmediato es un tiempo de transición. Junto a Milei se subieron al avión Marcos Pereda (Sociedad Rural); Daniel Funes de Rioja (Unión Industrial Argentina, UIA); Javier Bolzico (Asociación de Bancos Argentinos, ADEBA); Adelmo Gabbi (Bolsa de Comercio de Buenos Aires); Gustavo Weiss (Cámara Argentina de la Construcción, Camarco); y Natalio Grinman (Cámara Argentina de Comercio, CAC). El tradicional Grupo de los Seis (G-6).

Poco a poco, la familia se agranda y en la mesa se escuchan voces nuevas. Otras, en tanto, languidecen con el modelo en curso y con la hiperrecesión que le es constitutiva: en medio del marasmo incesante del sector, la constructora Grupo Roggio no pudo cumplir con el pago de intereses de las obligaciones negociables que había reprogramado en 2021. Alerta: el mercado mira ahora de reojo a otras empresas en problemas.

Javier Milei, táctica y estrategia

El Presidente es un personaje complejo.

Es un dogmático, pero sabe diferenciar táctica de estrategia, como se observa en el caso de su obsesión dolarizadora.

Es también un fanático del libre mercado, pero no come vidrio y mantiene el cepo cambiario.

Es un convencido de que "la inflación es en todo tiempo y lugar un fenómeno exclusivamente monetario", pero manda a intervenir los tipos de cambio libres admitiendo, de hecho, su multicausalidad.

El Presidente Javier Milei visitó las oficinas centrales de YPF en Vaca Muerta.

Es un ultraprivatista, pero la decisión del Congreso de sacar a YPF de la ley Bases no le impide estimular a esa empresa a pisar el acelerador ni reactivar proyectos congelados al inicio de su gestión, como la reversión del Gasoducto Norte.

Es, por último, un anarcocapitalista que se ha entregado a un enorme trabajo estatal para, vaya paradoja, socavar al Estado desde adentro. Es el Topo.

Aunque comienza a correr una carrera con los costos políticos que le generan sus políticas de destrucción de la actividad y el consumo, recoge, poco a poco, los frutos de un ciclo que comenzó en 2012 con la reestatización de YPF, reparación del que tal vez haya sido el mayor error del menemismo –la privatización de la compañía, que habilitó la exportación a gran escala de gas convencional que en aquel tiempo se hacía cada vez más escaso– y de una política energética del kirchnerismo-cristinismo que emparchó en el estribo los efectos de lo que hasta entonces había sido su peor política.

La pérdida del autoabastecimiento energético y el recrudecimiento feroz de la histórica falta de dólares para hacer frente a las importaciones que alimentan el crecimiento de la industria y de la economía llevó directamente al cepo en 2011 y a no pocos de los avatares financieros que debieron atravesar la propia Cristina Fernández de Kirchner, Mauricio Macri, Alberto Fernández y, todavía, el propio Milei.

Ese proceso positivo continuó en 2013, cuando YPF se asoció a Chevron para darle alas a Vaca Muerta. Luego se sumó la sociedad con la malasia Petronas.

El mismo continuó con los otros dos presidentes siguientes y, en el caso de Fernández, con el impulso que Sergio Massa le imprimió a la construcción del gasoducto Néstor Kirchner.

He ahí lo que aportan las políticas de Estado. Cuando soñaba con ser presidente el año pasado –¿tendrá nuevos planes para 2027?–, el tigrense se ilusionaba con cosechar los frutos que, finalmente, le toca saborear a Milei.

El Estado que se apuñala a sí mismo

Siempre que el capitalismo nace –como en la Rusia postsoviética– o se reinventa –por caso, en la Argentina actual–, es decir cuando es niño o adolescente, la intervención del Estado constituye una tutela paterna deseada. En la adultez, claro, manda el deseo de la libertad.

En ese proceso anda la redefinición de la estructura productiva nacional y la del poder relativo de sus diferentes segmentos, inevitablemente cruzada por los intereses políticos de la autoridad. Que digan lo contrario, si no, Axel Kicillof y sus pares que se agolpan para adherir al Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI), vector del futuro hidrocarburífero y, también, de otro motor –menor, pero también relevante– que se sumará a aquel y al campo: el minero. Por caso, Milei le dedicó ayer un breve gesto de amabilidad al neuquino Rolando Figueroa, otro tocado por la varita mágica de los nuevos tiempos.

Ese trabajo estatal intenso, que el Círculo Rojo hoy aplaude para mañana deplorar, se vincula con un estado de cosas delicado desde el punto de vista de la ética pública. El mal olor cunde cuando el Estado crea un ministerio destinado a devastar funciones propias y necesarias, cuando redacta leyes y decretos en estudios jurídicos vinculados a grandes empresarios, cuando beneficia a los amigos que juegan con las cartas marcadas y cuando pergeña regímenes de incentivo insalvablemente abusivos en contra del interés nacional.

El tenor del RIGI da cuenta de una de las modalidades centrales del segmento del Círculo Rojo que nace predestinado a asir la canilla más caudalosa de dólares e influencia. En el listado de las compañías energéticas señaladas al inicio están YPF y jugadores tradicionales, pero también otras vinculadas a allegados más recientes al poder y players extranjeros de gran porte.

Si el RIGI de Milei le dejará al país menos que lo deseable en términos de divisas y desarrollo de proveedores locales, ningún mal es irreversible. Lo que está surgiendo son sectores –gas, petróleo, minería, energías renovables– que podrían regirse en otros momentos políticos por marcos regulatorios mejorados, que incentiven inversiones futuras, pero que no abandonen a la población. Dada la cesión de jurisdicción contenida en el RIGI, cualquier reforma deberá ser cuidadosa de los derechos adquiridos –lo hecho, hecho estará–, de modo que una buena intención no cueste demasiado cara ni arruine procesos fundamentales para el desarrollo.

Los presidentes pasan, los intereses quedan

Tras pasar por Neuquén, el presidente voló a Chile, donde asistió a un evento organizado por la empresa Gas Andes, operadora del ducto transcordillerano que permite la llegada del recurso al país vecino. En esa compañía talla el empresario que "inventó" a Milei: Eduardo Eurnekian. En el nuevo Círculo Rojo también se alistan hombres conocidos, maestros en el arte de la adaptación a ecosistemas que mutan.

La excursión del jefe de Estado, la primera a un país de la región en sus ocho meses de gestión, no incluyó, sin embargo, la reunión bilateral solicitada con Gabriel Boric. Ni el rechazo compartido al fraude en Venezuela –comprobado ahora por el Centro Carter y por la Cancillería argentina, que al final le dio el gusto a Diana Mondino y proclamó vencedor a Edmundo González Urrutia– ayudó a desatar los nudos apretados por la antidiplomacia presidencial.

Si se eleva lo suficiente la vista, se detecta que los presidentes pasan, aunque en sus horas altas se crean eternos. Lo que permanece son las corrientes subterráneas de la economía y de los círculos rojos que siempre los trascienden.

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