Abrir una hendija

Las aceleraciones propias de todo fin de año enredan también a la dirigencia política. Hay que concluir todo antes del 23 de diciembre porque se termina el mundo y hasta marzo nadie dará señales de vida.
En ese clima de urgencias ha caído el presupuesto nacional, instrumento básico de gobierno que por lo tanto merece un tratamiento sereno, concienzudo, profundo, precisamente lo contrario de lo observado durante la semana.

La puja se ha planteado históricamente entre el oficialismo, que apura la aprobación inmediata sin demasiadas vueltas, y la oposición que pretende revisar algunos números y si es posible corregirlos. Este año no es la excepción, todo lo contrario. Aquél sostiene que ejerce el gobierno y en consecuencia le respalda la potestad de armar y manejar su presupuesto. Ésta esgrime la función de contralor que institucionalmente le está asignada. A ambas partes les asiste la razón, de modo que sería conveniente ir a las fuentes, es decir leer de vez en cuando la Constitución Nacional.

El artículo 75 de la carta magna establece las atribuciones del Congreso. En su inciso 8 le autoriza a “fijar anualmente el presupuesto general de gastos y cálculo de recursos de la administración nacional, en base al programa general de gobierno y al plan de inversiones públicas y aprobar o desechar la cuenta de inversión”.

Debate empantanado

Las discusiones y diversas alternativas que en torno de este asunto se han planteado en los últimos días, ponen de relieve una mediocridad que asusta. El Estado debe tener presupuesto. No se duda. Cabe entonces a los responsables de uno y otro lado buscar los caminos para acordar soluciones. Si se trata de personas inteligentes y bien intencionadas esto es posible, a partir de entender que el gobierno carece de respaldo parlamentario garantizado porque así lo dispuso el pueblo el año pasado. La composición del Congreso no salió de un bolillero, sino del voto ciudadano. Esto es esencia de la democracia.

Como están las cosas y tras haber recrudecido el nivel de confrontación que tanto agrada al gobierno, será complicado consensuar una salida. Una extensa sesión de la Cámara de Diputados culminó el jueves 11 con el retorno del presupuesto a comisión para profundizar su estudio. El tema se embarulló por las denuncias de supuestos aprietes o sobornos, hasta terminar con el tortazo de la diputada Camaño a su colega Kunkel. El oficialismo convocó a sesión especial ese día -miércoles pasado- para tratar el presupuesto, pero fracasó porque la oposición entiende que, según lo resolvió la Cámara, el proyecto volvió a comisión y este paso es ahora previo a cualquier debate en el recinto. Objeción certera, pero en definitiva reglamentaria por encima del asunto de fondo.

Los principales cuestionamientos de la oposición se refieren a la estimación optimista del gobierno acerca de la inflación de 2011 (9% y este año ya llevamos alrededor de 25%) y los excedentes de ingresos que ese cálculo producirá con la consiguiente libre disponibilidad de recursos. Los opositores proponen por separado incluir en el presupuesto el 82% de las jubilaciones mínimas vetado el mes pasado por la Presidenta.

Una hábil jugada

¿Cómo sigue la historia? El martes próximo concluye el período ordinario del Congreso. Se deduce que no habrá presupuesto porque el tiempo se acaba. El Poder Ejecutivo puede convocar a sesiones extraordinarias, pero no se cree que esto ocurra. Le conviene presentarse como víctima de una “oposición irracional” (es lo que está planteando) y solucionar el problema haciendo uso de la facultad de reconducir el presupuesto 2010 extendiéndolo al año próximo.

Es una hábil jugada porque esquivará legalmente el control del actual Congreso. Además los ingresos de 2011 serán muy superiores a 2010 por efecto de la inflación, el IVA sobre precios en ascenso y otros aumentos, por lo que se producirá un grueso excedente de recursos, de los que el gobierno podrá disponer a su arbitrio en un año electoral. Por otra parte ese presupuesto mantiene todavía la facultad de modificar algunas cifras por parte del jefe de gabinete.

Visto así el tema, no se entiende cuál ha sido el negocio de la oposición. Fuera de tiempo lo advirtió la UCR el jueves, a través de una declaración pública de sus legisladores, ofreciéndole a la Presidenta la sanción del presupuesto si posibilita su tratamiento en el Congreso mediante la convocatoria a sesiones extraordinarias. Es improbable que esto ocurra. Si sucediera, se abriría una hendija en el cerrado horizonte político de estos días.

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