El presidente gestiona los votos que faltan con los gobernadores, pero no la tiene fácil. Apunta a otra ayuda de Uñac. La rionegrina Larraburu se inclinaría a favor, pero el radical Marino no colabora.
El proyecto que autoriza la interrupción del embarazo tuvo dictamen este jueves en el Senado y Alberto Fernández se sumó a la reñida negociación con el objetivo de alcanzar los votos que restan y convertirlo en ley el 29 de diciembre.
En la Cámara alta verdes y celestes se adjudican una mayoría aunque con algunos indecisos que no permiten garantizarle 37 aliados, necesarios para llegar al quórum, habilitar una votación y ganar la partida sin riesgos. El proyecto se pasó a la firma esta tarde en las comisiones de la Mujer, Salud y Justicia, digitadas especialmente por Cristina Kirchner para asegurar supremacía a favor, que permite fijar los tiempos del debate y conseguir el dictamen de mayoría.
Pero para que sea ley hace falta contar los votos en la sesión y los números siguen bien parejos. Aún así, la oficialista Anabel Fernández Sagasti, a cargo de juntar voluntades entre los suyos, confirmó que habrá sesión en la fecha indicada a suerte y verdad.
"Quiero invitarnos a que nos escuchemos y a pesar de que nuestras convicción y nuestras diferencias busquemos un punto en común para trabajar en esta temática que es importante y que todavía la tenemos que saldar. Transitemos este camino hasta el 29", convocó la mendocina. Según supo LPO, en estas semanas el presidente pidió involucrarse en la rosca con citas a indecisos y, sobre todo, un diálogo con gobernadores que puedan ayudar.
Ya lo consiguió en Diputados, donde fueron claves el sanjuanino Francisco Guevara y la misionera Flavia Morales, ambos cercanos a sus mandatarios Sergio Uñac y Oscar Herrera Ahuad, quien sigue bajo el mando tácito de su vice Carlos Rovira.
En el Senado esperan una ayuda similar de la sanjuanina Cristina López Valverde y la misionera Magdalena Solari Quintana, pero por ahora no las confirman y en la Casa Rosada empezaron a marcar los teléfonos. Ocurre que en esta cámara el peronismo celeste tiene como operador nada menos que al jefe del Frente de Todos José Mayans, formoseño y leal a su gobernador Gildo Insfrán.
Mayans no ocultó su vocación de frustrar la ley como sea, por más que el presidente la presente como la única buena noticia a dar en un complicado fin de año. Participó de los plenarios de comisión y defendió a cada expositor que habló en contra.
En la Rosada también planean rodean a otros declarados indecisos del Frente de Todos Edgardo Kueider, que aparece verde en varios chats; y a Silvina García Larraburu, la rionegrina que en 2018 definió votar en contra poco antes de la sesión.
"Yo no especulo, pero el proyecto es totalmente distinto y la situación es totalmente distinta, estamos analizando la letra chica. Ahora hay un gobierno que apoya y apuntala la salud de una manera categórica", sostuvo al diario Río Negro.
El lunes, el cordobés de Cambiemos Ernesto Martínez ratificó que vota a favor, luego de escuchar a Vilma Ibarra confirmar que, como quedó redactada la ley, las clínicas privadas podrán derivar pacientes a los hospitales si no tienen médicos autorizados a practicar un aborto.
Con su respaldo, los verdes se aseguraron 33 votos, más Kueider y Larraburu, pero no les está siendo sencillo agregar aliados. Los otros indecisos son la neuquina Lucila Crexell, del interbloque federal; y Stella Olalla, del PRO, presionada por los celestes de Entre Ríos.
Este viernes, los celestes celebraron que el radical Juan Carlos Marino confirmara que rechazará la ley, como hace dos años. "Voy a votar según lo que me pide mayoritariamente la sociedad pampeana: no avanzar en la legalización", anunció través de un comunicado, en el que reconoció que "se habló de la posibilidad de un cambio en mi postura dado que nuevamente escuché y me reuní con todos. Pero la realidad es que considero que es un debate que no está saldado completamente en la sociedad".
Marino fue una esperanza de la campaña verde en la última semana, cuando se negó a ratificar que repetiría el voto negativo de hace dos años, cuando también especuló hasta último momento con un posible respaldo que no llegó.
"La legalización del aborto es una ley que divide las aguas y que no genera consenso unánime en ningún ámbito ni en la sociedad en su conjunto. Luego de analizarlo mucho y de tomar en cuenta cada opinión y cada arista del tema, decidí ratificar el voto de lo que mayoritariamente me solicita la sociedad a la que represento", justificó el radical.
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