El espacio de Juntos por el Cambio vive un fin de año bastante atípico para una fuerza que apenas hace un mes y medio viene de ganar las elecciones de manera clara. Son demasiados los problemas internos y externos que afectan a la coalición opositora que no ha podido acomodarse políticamente en el nuevo formato que surgió precisamente del escenario generado en esos comicios.
La irrupción del radicalismo disputando el poder interno en Juntos por el Cambio es el dato saliente del espacio. Y la pelea intestina –y demasiada expuesta- por cómo y quiénes lideran ese camino sacudió de entrada la habitual modorra con que venía funcionando el partido centenario desde el inicio de esta alianza en la que nunca tuvo acceso a las principales decisiones.
Pero la performance de Facundo Manes en la Provincia en Buenos Aires, el regreso de Enrique Nosiglia a los primeros planos, los tres gobernadores hoy con protagonismo y con legítimas ambiciones y algunas nuevas figuras, casi todas impulsadas por Martín Lousteau, le permiten soñar a la UCR con un futuro más acorde a la territorialidad que posee y que ahora vuelve a cotizar en la Coalición.
El campamento del otro gran socio, el PRO, es más previsible y si bien se desarrolla en un terreno resbaladizo también, parece – a pesar de la puja- algo más ordenado, quizás por el estilo que Horacio Rodríguez Larreta le impone a su devenir político en el que nunca deja de avanzar, aunque no se note demasiado con ese esquema de triturar con trabajo de hormiga cada una de las dificultades que se le presenta. La amplitud para sumar y esa son las características diferenciales de la construcción política del jefe de Gobierno. Dentro del partido solo Mauricio Macri y Patricia Bullrich están en su camino, ambos con algunas limitaciones para seguirle el tren al jefe porteño.
El ex presidente sigue teniendo liderazgo en los sectores más antiperonistas ya que es identificado como el más férreo cuestionador de Cristina Kirchner y todo lo que ella haga o diga. Es un esquema refractario donde CFK también se beneficia internamente con ese odio visceral que se tienen mutuamente. Pero Macri tiene un grave problema interno con una tendencia constante que es la disminución de aliados de peso en la coalición, y también con la sociedad por el recuerdo de su pésimo final de gobierno y los problemas judiciales con las cuales tiene que lidiar de manera casi permanente.
Patricia Bullrich mientras tanto es una beneficiaria de los límites de Macri pero a su vez carece de estructura nacional y recursos económicos como para armar en tan escaso tiempo una candidatura presidencial potente. De todos modos, su imagen le permite seguir participando en la élite de su espacio, que además preside a nivel nacional, y su voluntad y experiencia será siempre un problema para quien tenga que enfrentarla. Larreta ya lo sabe y en algún momento, como acordaron por lo bajo ser aliados tácticos en 2021 algo inventarán para no entorpecer un posible triunfo de Juntos dentro de dos años.
Un párrafo aparte merece María Eugenia Vidal que está repensando, en realidad nunca dejó de hacerlo, su aventura presidencial. Lo que sucede, más allá del misil Villegas que le impactó esta semana (a ella y a Macri), es que resulta poco creíble y veraz su distanciamiento con Larreta, con quien viene coordinando el accionar también en esta etapa y hasta tienen un grupo para coordinar con las principales espadas de ambos sectores y con Emmanuel Ferrario de complemento compartido.
Volviendo a la UCR, el correntino Gustavo Valdés es una de las figuras más codiciadas por su peso provincial que empieza a trascender la región. Ya es un jugador importante en su partido, que ahora preside el también lanzado Gerardo Morales y con los mendocinos, cordobeses y santafesinos forman el centro del poder junto al reordenamiento de la provincia de Buenos Aires, hitos que fueron el cambio de calidad en 2021. Larreta sigue el minuto a minuto de sus socios boinas blancas. Algunos son más amigos que otros, pero la política no es para amigos. Los sabe imprescindibles.
Obviamente las encuestas irán definiendo las altas y bajas en las negociaciones, pero ya hay algo seguro y es que habrá PASO a nivel nacional y en los distritos del AMBA. Allí es donde no se equivocó Larreta con el cruce de candidatos y deberá mantener en 2023 la misma eficacia si quiere mantener poder y buenos aliados y resultados en ambos territorios. El armado nacional va creciendo y es responsabilidad de Diego Santilli, su experimentado jefe de campaña a lo largo y ancho del país.
El radicalismo seguramente intentará mantener nacionalmente la unidad en la primaria como lo hizo en la Convención partidaria, aunque puede haber excepciones y encontrar alguna fórmula cruzada e integrada por ambas fuerzas tanto a nivel nacional como en alguno de los distritos. La Capital por ejemplo es una incógnita, con muchas variables al igual que la Provincia.
Los problemas que estamos pasando tanto con el COVID 19 como los económicos son demasiados y casi que no da para ponerse a hablar de candidaturas, pero habida cuenta que este fue un año electoral, entendimos que era bueno dar un breve panorama de cómo está cerrando el año la coalición opositora y quiénes son los que desde ahora se proyectan y un diagnóstico de probabilidades de lo que puede pasar.
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