Por Ezequiel Ramos | PERFIL accedió a parte de un expediente con más de 16 mil fojas con diálogos entre agentes de inteligencia. Revelan hasta dónde el espionaje público y privado se entromete en los destinos políticos de la Argentina.
La presidenta Cristina Fernández de Kirchner quiso descabezar a la Secretaría de Inteligencia en agosto de 2013 pero su entorno la frenó. En un expediente judicial que se inició en el juzgado federal de Sergio Torres y que ahora se encuentra en el tribunal federal de Luis Rodríguez, un legajo de escuchas al que accedió PERFILgracias a fuentes judiciales revela las conversaciones de algunos de los funcionarios de la SI más cercanos a CFK, como Fernando Pocino, director de Interior de la ex SIDE, y Enrique Barbuto, un dirigente del pingüino Héctor Icazuriaga, ex titular de la SI y amigo personal de los Kirchner.
Las conversaciones que transcurren entre julio y agosto de 2013 demuestran la desconfianza de la Presidenta sobre el número dos de la ex SIDE, Francisco “Paco” Larcher, la ruptura con Jaime Stiuso y relata escenas de la derrota electoral que marcó el punto final. Cristina estaba convencida de que un sector de la SI la había traicionado ylos responsabilizaba por el triunfo de Sergio Massa. Un mes antes de la elección ya había decidido barrer con la cúpula y la estructura de Inteligencia del Estado. El domingo 11 de agosto, tras conocerse los resultados de las PASO, tomó la decisión, pero su entorno la frenó. El número dos de Fernando Pocino, Alejandro Mota, admite en una conversación que CFK quería borrar la SI de un plumazo y formar un nuevo organismo. Eso se concretó dos años después con la creación de la Agencia Federal de Inteligencia.
PERFIL accedió a partes del expediente judicial. En total, se trata de 82 carpetas con16.400 fojas de conversaciones telefónicas que se acumularon hasta agosto de 2014. No aparecen los diálogos directos sino la transcripción realizada en la propia Secretaría.
La causa, conocida en Comodoro Py con el nombre de la empresa Dark Star, se originó como consecuencia de la interna de poder en la ex Secretaría de Inteligencia, entre los dos pesos pesados del espionaje: Stiuso y Pocino. Ambos habían sido aliados de Néstor Kirchner. El memorándum con Irán y el asesinato de uno de los hombres de confianza de Stiuso, Pedro “Lauchón” Viale, terminaron por romper la relación con la Presidenta.
Stiuso logró que el juez Torres interviniera una serie de teléfonos de empresarios del sector de inteligencia a los que denunció de conspirar con Gran Bretaña contra la Argentina. Nunca se comprobó nada pero así logró escuchar a sus enemigos internos. Pinchó el teléfono del empresario Leonardo Scatturice, CEO de la empresa de seguridad C3 Consulting, una de las agencias a la que la ex SIDE le derivaba tareas de inteligencia. Respondía a Barbuto y Pocino. A cambio, conseguía negocios e información interna de la SI, el Gobierno y la Presidenta.
Barbuto es un hombre de bajo perfil, poco querido por la estructura tradicional de la SI pero de fuerte llegada al kirchnerismo. Aparece en varias escuchas, mencionado y hablando directamente con Scatturice. Responde a Icazuriaga y era la puerta de estos empresarios para ingresar directamente a la estructura de la SIDE. Según las escuchas, estuvo a punto de reemplazar a Larcher en plena crisis entre la SI y la Presidenta.
Según las escuchas, el lunes después de las elecciones, Larcher tenía los días contados. Pero el martes “volvió todo a su normalidad, como si nada hubiese pasado”, contó Mota. Scatturice le dice que “la Presidenta quería meter los cambios el domingo y le aconsejaron que no era bueno”. El 15 de agosto de 2013, Scatturice le dice a Mota que “la Presidenta rompió toda la habitación del Intercontinental cuando se enteró del resultado de las elecciones” y “está muy enojada porque la tienen mal informada”. Mota cuenta que había encuestas que anticipaban la derrota pero nadie se las mostró a CFK porque “nadie se anima a contradecirla porque, si no, los echan”.
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