Tras un 2016 de dificultades, 2017 apuntaló el triunfo en las urnas. El quiebre llegó el 28D. La crisis que sobrevino y el dólar desbocado convirtieron el presente en una carrera de obstáculos por vencer.
Mil días fue el plazo que María Julia Alsogaray puso, en 1993, para limpiar el Riachuelo. Nunca cumplió con esa promesa la entonces secretaria de Recursos Humanos y Ambiente. Sin ser tan exacto, Mauricio Macri también se planteó objetivos a cumplir en un tiempo determinado. Y fijó su primer mandato completo como una suerte de termómetro para medir si efectivamente se llevaron a cabo o no. El martes 4 de septiembre todavía restarán 483 días para el 10 de diciembre de 2019, pero se cumplirán 1000 desde que Macri comenzó su Presidencia. El Cronista hizo un racconto de esta etapa, equivalente a dos tercios de su gestión, con altos y bajos predominantes, y la economía marcando el pulso de la política, especialmente en el vigente año.
Cepo, tarifas y buitres
Los 21 días que Macri presidió el país durante 2015 no fueron una simple transición. Tras su asunción un jueves 10 de diciembre, lo que vino fue un raid, que incluyó la jura de 22 ministros, la declaración de la emergencia energética, el polémico nombramiento por decreto de dos jueces para la Corte Suprema y, el miércoles 16, la decisión de quitar el cepo al dólar impuesto por el kirchnerismo, unificar el tipo de cambio y provocar una devaluación de casi el 50% tras llevar el precio de la divisa estadounidense desde los $ 9,80 a los $ 14,50.
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A mediados de enero de 2016, la detención de la dirigente Tupac Amaru Milagro Sala, en Jujuy, fue la primera señal de que vendrían tiempos en los que se investigaría la corrupción durante los años del kirchnerismo. Los jueces, alineados al discurso oficial de la Corte Suprema y del propio Ejecutivo, tenían las manos libres para poder actuar. Y comenzaron a hacerlo.
El tema del año fue, sin dudas, la quita de subsidios a las tarifas de gas y luz, que el ministro de Energía Juan José Aranguren hizo efectiva a fin de enero, que se repitieron en los meses posteriores y que, en el caso del gas, fueron frenadas en agosto por la Corte, que obligó a devolver parte de lo cobrado a los usuarios y ordenó a convocar a audiencias. Para ese entonces, entraban en funcionamiento los dos nuevos jueces del tribunal, aunque no por decreto, sino con el respaldo del Senado: Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz.
El último día de marzo, el 31, se aprobó en el Congreso la salida del default y, así, se habilitó al ministro de Hacienda y Finanzas Alfonso Prat-Gay a negociar el pago con los fondos buitres. La Argentina abonó u$s 9352 millones a los acreedores que no entraron en los canjes de deuda de 2005 y 2010.
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En abril, también, se ordenaron las detenciones del ex secretario de Transporte Ricardo Jaime y del empresario Lázaro Báez, íconos de la corrupción K, y el juez Claudio Bonadio citó por primera vez a declarar en Comodoro Py a Cristina Fernández de Kirchner. Cinco veces más, hasta el pasado 13 de agosto, fue convocada a los tribunales de Retiro la ex presidenta a una indagatoria. En junio, además, caería José López, el ex secretario de Obras Públicas, mientras intentaba esconder bolsos con u$s 8,5 millones en un monasterio. Un mes antes, los jubilados tuvieron su reparación histórica, una medida que significó un costo fiscal estimado en $ 200.000 millones.
En materia económica, con un dólar oscilando entre los $ 14 y $ 16 durante todo el año, la inflación fue la noticia constante, con un 36% anual según el Indec, producto principalmente de la quita de subsidios y el aumento de tarifas en los servicios públicos y en el transporte. El organismo, además, volvió a medir la pobreza tras años sin hacerlo en el kirchnerismo por considerarlo "estigmatizante": en septiembre se supo que el 32,2% de la población era pobre.
El último trimestre del año fue dominado por el avance de las causas judiciales, la delicada coyuntura económica y una frustrada reforma política que el Gobierno nunca logró retomar. Pero la "bomba" del año se activó el 26 de diciembre, un día después de Navidad. Ese día, tras reunirse en Villa La Angostura, Macri le pidió la renuncia a Prat-Gay, el ministro que había promovido la quita del cepo al dólar y la salida del default, pero que no había logrado bajar la inflación, el principal anhelo presidencial.
La victoria en las urnas
Todo, o casi todo, le salió bien a Mauricio Macri en 2017. Desde el Gobierno lo recuerdan como el mejor año de los casi tres de gestión, sustentado en una serie de ejes centrales.
Por un lado, por primera vez, se logró una baja gradual en la inflación, que cerró en 24,8%, por encima de la previsión oficial de 17%, pero casi 12 puntos por debajo del 36% del año previo. Pero también se mantuvo controlado el precio del dólar, excepto una corrida de diciembre, que elevó el precio desde los $ 17 a $ 19 casi sin escalas. Los brotes verdes fueron repetidos, con cosecha récord y un crecimiento de la economía de 2,9%.
Las noticias judiciales también sirvieron para apuntalar la gestión de Cambiemos. Al desfile habitual de los ex funcionarios del Frente para la Victoria se le agregaron detenciones clave, como la del ex vicepresidente Amado Boudou, el ex secretario de Legal y Técnica José Zannini, y el ex ministro de Planificación Julio De Vido, entre otros. Sobre el cierre del año, el 7 de diciembre, además, Bonadio pidió la detención y el desafuero de Cristina, que había sido electa como senadora nacional en octubre. Y la Justicia avanzó también contra dirigentes sindicales de larga trayectoria, involucrados en casos de corrupción, por ejemplo, Juan Pablo "Pata" Medina.
Los cambios de ministros se profundizaron tras la salida de Prat-Gay y la asunción de Nicolás Dujovne, en Hacienda, y de Luis Caputo, en Finanzas. La principal novedad fue la renuncia a la Cancillería de Susana Malcorra, reemplazada por Jorge Faurie. Le siguieron, por la contingencia electoral, Julio Martínez, que dejó Defensa, Esteban Bullrich, que se fue de Educación, Oscar Aguad, que pasó de Comunicaciones a Defensa, Ricardo Buryaile (Agroindustria) y Jorge Lemus (Salud). De los 22 iniciales, en dos años, Macri había modificado siete ministros, casi un tercio.
No obstante, como todo año impar, la elección fue la protagonista del año, y Macri el gran vencedor, aun sin competir de manera directa. Cambiemos arrasó, con triunfos en 13 provincias y adjudicándose los cinco principales distritos del país: Buenos Aires, Ciudad de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Mendoza. En total, el 41% de los argentinos votaron al oficialismo nacional en las legislativas. Y la imagen positiva de Macri se disparó hasta el 60%.
El epílogo del año, sin embargo, no fue el ideal para el Gobierno, que llevó al Congreso un proyecto de reforma jubilatoria muy cuestionado por la oposición, que cambiaba el modo de cálculo para futuros aumentos en los haberes, finalmente sancionado por ambas cámaras, y que motivó fuertes enfrentamientos entre la Policía y los manifestantes.
Inflación y dólar disparados
El 28 de diciembre de 2017 comenzó 2018 para el Gobierno. Ese día, en una conferencia de prensa que mezcló al jefe de Gabinete Marcos Peña y a los ministros Nicolás Dujovne (Hacienda) y Luis Caputo (Finanzas) con el titular del Banco Central Federico Sturzenegger, se anunció el cambio de metas de inflación, déficit y crecimiento. Ya nada volvió a ser igual.
Después de ocho meses de una "tormenta" (como la definió Macri) que no da reparos, todas las cifras previstas en el presupuesto 2018 quedaron desactivadas, así como también las recalibradas ese recordado 28D. Antes del inicio de septiembre, la inflación ya se ubica al filo del 20%, cinco puntos encima de la proyección anual, el dólar cotiza en torno a los $ 40, un 100% más caro que en el inicio de la corrida, a fines de abril, El crecimiento, pautado en 3,5% anual, no será tal, e incluso el propio Dujovne admitió que será negativo: al menos caerá el PBI en un 1%.
El Gobierno llega al día 1000 inmerso en una crisis profunda en lo económico y en medio de versiones de cambios de ministros. El intocable Marcos Peña parece haber perdido esa condición, y el mismo Dujovne, cabeza del gabinete económico, también quedó expuesto ante tanto vaivén en los precios y con la inflación disparada.
La crisis cambiaria se llevó puesto a mediados de junio a un hombre de extrema confianza de Macri, como Federico Sturzenegger, el presidente del Banco Central, que fue reemplazado por Caputo. Incluso debió resignar el Presidente también a Aranguren, motor central desde Energía para trasladar el mensaje de que los servicios se pagaban muy baratos y concientizar sobre el ahorro de la luz y el gas. Francisco Cabrera, de Producción, fue el otro ministro caído en el camino, íntimo de Macri, pero sin margen de acción ya dentro del Gabinete.
Como efecto colateral a la creciente inflación y a la impactante devaluación durante 2018, se verá alterado en septiembre un índice que obsesiona a Macri. El de pobreza, que mide el Indec de manera regular desde hace dos años, y que venía dando signos positivos, tras pasar de un 32,2% en el inicio de la gestión Macri a un 25,7% de acuerdo al último relevamiento difundido en marzo. A finales de mes, se conocerá el nuevo dato y en la Casa Rosada saben que el dato dará mal y que nuevamente al menos un tercio de los argentinos se encontrará bajo la línea de la pobreza.
La crisis económica sólo se vio interrumpida en los portales y tapas de los diarios por el destape de un escándalo de corrupción que salpica al kirchnerismo, luego de que se conociera a través de La Nación la difusión de los denominados "cuadernos de las coimas", que hizo públicos Oscar Centeno, el ex chofer de Roberto Baratta, la mano derecha de Julio De Vido. Con múltiples ex funcionarios detenidos incluido el ex vice Amado Boudou, condenado por el caso Ciccone a cinco años y medio de prisión, el kirchnerismo, y la ex presidenta, quedaron en pleno foco de la otra tormenta, la judicial, que amenaza con arrasar incluso con el empresariado que reconoció haber pagado coimas en los 12 años de gestión del Frente para la Victoria.
La incógnita de lo que viene
El mandato de Mauricio Macri, aun sin completarse, se ha convertido en el de mayor duración de un gobierno no peronista desde el período de Ricardo Alfonsín, entre 1983 y 1989. Parece un "premio" minúsculo, teniendo en cuenta las expectativas que generó Cambiemos en gran parte del electorado, revalidadas en las legislativas de 2017.
Imaginar la elección presidencial 2019 arroja un interrogante enorme en torno a la capacidad del oficialismo de poder ser confirmado en las urnas, en medio de una crisis económica que remite al citado 89 y con matices, para algunos, del dramático 2001 que generó la salida de Fernando De la Rúa de la presidencia.
En el Gobierno, puertas afuera, nadie duda de la posible reelección de Macri, en un escenario que muestra al peronismo dividido y al kirchnerismo más pendiente de Comodoro Py, del penal de Ezeiza y de conservar los fueros de Cristina, que de poder proyectar un año electoral competitivo.
Pero la crisis golpea fuerte también las expectativas de ganar en 2019 para el Gobierno. El Presidente ha caído en su nivel de imagen más de 25 puntos desde aquél 60% de octubre de 2017. Hoy sólo poco más de un tercio aprueba su gestión, otro tercio la desaprueba por completo y el restante se muestra fluctuante ante la coyuntura. Recuperar el mayor porcentaje de ese electorado que lo apoyó en los últimos dos comicios parece ser vital para que Macri pueda imponerse y asegurarse un segundo mandato.
Como alternativa a un Presidente en baja, dentro de Cambiemos siempre suena el nombre de la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal, que también sintió el impacto de la pérdida de confianza generalizada en el proyecto oficialista, pero que sigue siendo la dirigente de mayor imagen positiva en el país, en torno al 45%. "El candidato es Mauricio", repite constantemente, enfocada en la delicada situación financiera de la Provincia. Ese slogan se mantiene en todas las líneas del Ejecutivo, más allá de esa abrupta caída de imagen que hace repensar la estrategia para lo que viene. Desde el día 1001 en adelante, el desafío de Cambiemos, y de Macri, será permanecer. Y, en un contexto económico adverso, lo tendrá que confirmar a diario.
Nueve ministros y Sturzenegger, las principales bajas del Gabinete
"El mejor equipo de los últimos 50 años", definió antes de asumir Mauricio Macri a los 22 ministros que había designado para integrar el Gabinete. De aquellos jugadores, nueve quedaron en el camino en estos mil días, otros están en la cuerda floja desde hace tiempo y algunos resultan inalterables en la estructura de Gobierno.
El primer cambio fue la salida de Prat-Gay, en diciembre de 2016, reemplazado por Nicolás Dujovne (Hacienda) y Luis Caputo (Finanzas). Caputo dejó ese ministerio reagrupado de nuevo bajo la conducción de Dujovne- y pasó al BCRA para suceder a Federico Sturzenegger, en el cambio externo al Gabinete que más sacudió dentro del Gobierno.
En medio de esas alteraciones, hubo salidas imprevistas y otras pensadas para la contienda electoral de 2017. Ese año, Susana Malcorra dejó la Cancillería y fue sucedida por Jorge Faurie; Esteban Bullrich fue candidato -luego electo- a senador y lo reemplazó Alejandro Finocchiaro; Julio Martínez, como Bullrich, fue elegido legislador en La Rioja, y dejó Defensa en manos de Oscar Aguad, que había salido del extinto Ministerio de Comunicaciones. También se fueron de sus puestos Ricardo Buryaile (Agroindustria) sucedido por Miguel Etchevehere, y Jorge Lemus, reemplazado por Adolfo Rubinstein.
Los cambios más fuertes, no obstante, se dieron este año, a la par de la salida de Sturzenegger del BCRA. Fue cuando Juan José Aranguren dejó Energía y Francisco Cabrera se despidió de Producción. Entraron a esos ministerios Javier Iguacel y Dante Sica, respectivamente. A cuatro meses del fin del año, los rumores sobre posibles salidas y achicamiento en las funciones de los ministerios, se mantienen latentes.
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