El ex chofer de K, que alquilaba hasta hace cuatro años, pagó al contado u$s700 mil. El poder de la pauta oficial.
Rudy se acercó a la casa después de leer el diario. La vio en los avisos clasificados y un sábado fue a conocerla. Es una mansión blanca y nueva protegida por un portón negro que tapa su fachada. El vendedor era un empresario de pisos para industria que había encargado a su arquitecto que la construya copiándola de una revista de decoración. Cuando Rudy la vio, se enamoró. A su esposa, Jessica Uliarte, le pasó lo mismo. Querían vivir ahí. Pero antes de cerrar la operación, según contaron personas que participaron del proceso de compraventa, Rudy pidió respetar el precio de venta pero pagar el 50% en blanco y el 50% en negro. El dueño se negó. A los pocos días, Rudy lo llamó y le dijo que no había problema, que entregaría los 700 mil dólares que el vendedor pedía por su casa. La cifra era un exceso. Inmobiliarias de la zona reconocieron a este diario que Rudy pagó cara su nueva propiedad: “Por ese precio, se puede conseguir algo con mucho más parque”, explicaron. Rudy perdió muchos metros cuadrados de jardín por la enorme pileta que atraviesa todo lo ancho del terreno en el fondo de la casa.
La compra fue el último gesto del imparable ascenso social de Rudy Ulloa. Su calidad de vida, en los últimos cinco años de gestión kirchnerista, subió sin disimulo. En la puerta y en la cochera de la residencia hay estacionados tres autos. Un jeep Grand Cherokee modelo 2007 a nombre de Cielo S.A., una de sus empresas, un Ford Focus Guia azul propiedad de su esposa y un Volswagen Gol comprado en 2008 que pertenece a su hijo, Máximo Ulloa. Además, Rudy tiene otros tres autos a su nombre, todos comprados el año pasado: un Renault Kangoo, una pick up Ford Ranger y un Peugeot 307 XS Premium. Su nuevo estilo de vida también le permite viajes por el mundo. Hoy, el ex chofer de Kirchner se enterará de esta nota en México, adonde viajó junto a su esposa e hijos para pasar las vacaciones de verano. Su crecimiento económico tuvo un aliado incondicional: Néstor Kirchner, el hombre con quien comparte las fiestas de Navidad, Año Nuevo y, muchas veces, las vacaciones. Un beneficio único en el entorno presidencial. Rudy nació el 1 de abril de 1960, en Puerto Natales, Chile, y llegó a Río Gallegos arrastrado por las necesidades económicas de su familia. Su mamá Omnia y su padrastro José Sánchez buscaban un destino mejor y creían que lo encontrarían en esas tierras de viento y polvo en las que se estaban instalando cientos de chilenos para trabajar en las minas de carbón y en las obras de construcción. Como la mayoría de los inmigrantes, a Rudy le tocó el barrio El Carmen y una infancia difícil: a los diez años salió a trabajar y vendió helados, lustró zapatos, fue empleado de la sandwichería El Galleguense, donde lo mandaban, canastita en mano, a repartir sándwiches por todos los ministerios. En esa época también ganó unos pesos como canillita del diario La Opinión Austral y ya tenía una melena enrulada que aún hoy lo asemeja a Maradona en el Mundial 86.
Su acercamiento a los Kirchner le cambió la vida. Cuando en 1976 el matrimonio de Néstor y Cristina se dedicó a hacer plata con la compra de inmuebles a bajo costo, Rudy se volvió su cadete multifunción en el estudio jurídico. Como Kirchner nunca supo conducir, Rudy pasó a ser su chofer. En 1987, cuando Néstor asumió la intendencia de Río Gallegos, lo llevó como secretario privado aunque mantenía su cargo de chofer al mando de un Renault 9 color rojo que recorría las calles de Río Gallegos llevando al nuevo intendente. Rudy también se convirtió en un puntero político imprescindible. En sus comienzos lo hizo desde el barrio donde se crió. En El Carmen, la provincia instaló un centro comunitario que tuvo su apogeo en los 90 cuando K ya era gobernador: desde ahí se canalizaba la ayuda social que aportaba el Estado provincial. Ahí mismo dio su primer paso como empresario de medios, la ocupación con que se presenta en estos días. En el centro comunitario empezó a funcionar, primero como cooperativa, la FM Estación del Carmen. Cuando Kirchner todavía gobernaba la provincia, Rudy seguía con la radio y en 2001 inauguró El Periódico Austral, de distribución gratuita. Con la llegada de Néstor a la Casa Rosada, sus emprendimientos se convirtieron en un multimedio que incluye dos frecuencias más de radio en El Calafate y Caleta Olivia y la administración de los canales 2 y 10, que explota a través de sus productoras Sky y El Cielo. Los ingresos de todas estas sociedades se dispararon desde 2005 con el beneficio de la pauta oficial. Hasta 2005, Rudy no tiene ninguna casa registrada a su nombre y hasta 2003 estaba inscripto en la AFIP con ingresos menores a los 15 mil pesos anuales. En una situación financiera similar estaba también su esposa, Jessica Uliar te, una maestra jardinera cordobesa, rubia y llamativa, con quien tuvo dos hijos y muchos negocios en común: ella aparece como titular y presidente de la mayoría de las empresas que pertenecen a Rudy. Juntos están viviendo un increíble ascenso social al amparo del poder kirchnerista.
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