La mujer con mayor edad de Mar del Plata cumplió este 30 de junio un siglo y una década de vida. Un verdadero símbolo de experiencia, vitalidad y amplia sabiduría: “Soy muy feliz todos los días”, aseguró durante el festejo con una sonrisa mediante y un estado de salud que no deja de sorprender
Esos ojos profundos y claros, la expresión de emoción en cada uno de sus gestos y esa piel atravesada por el tiempo guardan un largo camino recorrido. Jirones de aquel trayecto se transformaron en anécdotas de vida que durante los últimos años Luisa se encargó de compartir con su familia para que no quedasen en el olvido.
Radicada en Mar del Plata hace 55 años, Luisa Roncoroni de Bizzozero nació en el año 1903 en el barrio porteño de Boedo, en una pequeña casa ubicada a pocas cuadras del antiguo estadio de San Lorenzo.
Se casó joven, a los 25 años, pero la vida lamentablemente le quitó a su esposo mucho antes de lo que esperaba. Del fruto de aquel único y gran amor surgieron 3 hijas, 2 nietos y 3 bisnietos.
“Feliz cumpleaños Luisa” rezaba la torta que descansaba este domingo sobre la mesa del comedor junto a tres velas color rosa que marcaban su edad: 110 años.
Sin dejar de sonreír y de agradecer a cada uno de los integrantes de su familia, la mujer más mayor de Mar del Plata dijo que el mejor regalo que recibió -y el más esperado, por cierto- fue “el cariño de todos”. “¿Qué más puedo pedir?”, sostuvo con la mirada cargada de brillo por la emoción y luego confesó: “Soy muy feliz todos los días”.
Hace ya varias décadas, Luisa se enamoró de la playa y el mar de `La Feliz´. En la escuela cursó solo hasta tercer grado. “Fue toda la vida una ama de casa ejemplar”, explicó su hija, quien además contó que “hasta hace algunos años, en nuestra vieja casa, cocinaba, dejaba la comida en el horno y se iba siempre a la costa a ver el mar”.
Su vitalidad, la fuerza de sus manos, su sonrisa y su buen estado de salud no dejan de sorprender. “No toma ningún medicamento. Está sana, viejita pero sana y feliz. Tiene un carácter muy lindo y la queremos mucho”, dijo su hija, al tiempo que Edgar, yerno de la cumpleañera, aseguró que “su secreto para llegar así a esta edad son Dios y toda su familia”.
Si bien un siglo en términos de historia constituyen solo una pequeña porción de tiempo, Luisa fue testigo directa e indirectamente de muchos de los hechos más memorables de nuestro pasado más cercano.
Dos guerras mundiales, la Revolución Rusa, gobiernos de facto y elegidos por el pueblo, el nacimiento del Peronismo, 19 Mundiales del fútbol, 33 Juegos Olímpicos, la llegada de la electricidad a las ciudades, el desarrollo del cubismo, el surrealismo y el expresionismo, la expansión del capitalismo y otros tantos acontecimientos que le dieron vida al Siglo XX.
Su memoria a veces la traiciona, pero Luisa conserva imágenes de los recuerdos más importantes de su vida. Sonríe cuando habla de sus nietos y bisnietos; asiente con la cabeza cuando su hija reconoce sus dotes de ama de casa y de “muy buena” madre; agacha la mirada cuando su familia elogia su carácter “tranquilo” y dice con orgullo que siempre elige ver “el lado bueno de las cosas”.
Antes de cantarle el Feliz Cumpleaños, Luisa posa una vez más para la foto. Rodeada de sus nietos y bisnietos, lleva su mano al corazón y con una expresión de alegría tan grande que resulta casi imposible describir, agradece el cariño de sus seres queridos, asegura que cumplir 110 años “es una dicha” y antes de cortar la torta repite: “Estoy feliz y orgullosa de mi familia”.
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