Hace 30 años los militares formalizaban los comicios provinciales .El 3 de agosto de 1983 se promulgaba la convocatoria. La provincia, ya vivía clima electoral.
A la convocatoria nacional la había dispuesto veinte días antes el general Reynaldo Bignone, mediante la Ley 22.847. Cuando se conoció el decreto del interventor Di Rissio, la efervescencia electoral ya inundaba la Provincia: los partidos se habían reorganizado e incluso algunos, como el PJ, tenían definidas sus autoridades y hasta sus candidatos. Además, el entusiasmo por la vuelta de la democracia llevó a la ciudadanía a llenar más de 61 mil cartulinas de afiliación y cada fuerza política se preparaba para iniciar la campaña que desembocaría en las elecciones del 30 de octubre.
Dos datos llaman la atención en el contenido de aquel decreto de llamado a elecciones que hoy cumple 30 años. Por un lado, entre sus fundamentos, los militares no titubearon en citar nada menos que a Juan Bautista Alberdi para calificar al derecho electoral como “la primera y más fundamental de las libertades”, un argumento que suena a hipocresía en boca de quienes privaron de esa libertad (y de otras también) a todo un país durante siete años y siete meses. El otro detalle es que Di Rissio no firmó el decreto. Esa tarea la delegó a su ministro de Gobierno y Educación, Aníbal Eufrasio Sosa, en un momento que ese funcionario, casualmente, se encontraba a cargo del Poder Ejecutivo.
Alcance La convocatoria establecía las reglas de juego electorales que incluía la elección directa del gobernador por simple mayoría de votos. Para los cargos legislativos se utilizaría el sistema proporcional D' Hont y se imponía un piso del 3% del padrón para poder acceder a un escaño. Además enumeraba uno por uno los lugares a cubrir en la Legislatura (en aquel tiempo unicameral y compuesta por 30 diputados) y las intendencias en juego.
El mismo decreto establecía cómo se realizarían las asunciones: el 24 de noviembre la Legislatura debía reunirse para evaluar los títulos de los electos, tomar juramentos y elegir las autoridades del cuerpo.
Al día siguiente, los diputados recién asumidos, se encargarían de elegir a los dos senadores nacionales por San Luis (recién la reforma de 1994 estableció el sistema de mayorías y minorías y el voto directo para el cargo de senador nacional). El gobernador asumiría el 10 de diciembre de 1983. El panorama se completaba con la elección de los cinco diputados nacionales que llegarían al Congreso de la Nación a través del voto directo. Y para la elección a presidente, San Luis aportaría 14 electores al Colegio Electoral Nacional que el 30 de noviembre de 1983 sería el encargado de consagrar al nuevo mandatario nacional.
El escenario electoral Los militares llamaron a votar cuando ya cada fuerza política pensaba en el 30 de octubre. En San Luis (al igual que en el resto del país) el escenario político estaba polarizado: radicales por un lado, peronistas por otro. Unos y otros habían renovado parte de su dirigencia desde la última elección, casi 10 años atrás. El peronismo enfrentaba un desafío doble: era la primera elección que afrontaría sin la presencia de su líder, Juan Domingo Perón. Y defendía un invicto que conservaba desde febrero de 1946, ya que sólo habían podido doblegarlo a fuerza de proscripciones.
A ese desafío el peronismo puntano respondía con organización y unidad. Es que era el partido con más fichas de afiliación cosechadas (35.592). Y además, había pasado indemne las internas del 12 de junio de 1983. Esa contienda la ganó la lista 1 “Blanca, Azul y Blanca” del Movimiento de Unidad Solidaridad y Organización (MUSO) que llevaba como candidato a gobernador a un abogado de 37 años: Adolfo Rodríguez Saá. Tres días después, su rival en esa elección, Eduardo Gastón Mones Ruiz, disparó un gesto que aportó a la unidad cuando anunció que la corriente enrolada en la Lista 3 Naranja quedaba disuelta. Tan adelantados estaban los peronistas que en el segundo congreso partidario a realizarse el 5 de Agosto (en el primero del 15 del julio habían consagrado a sus candidatos), Adolfo ya presentaba su plan de gobierno.
En el radicalismo, manejaban otros tiempos. Si bien en junio tuvieron sus internas de autoridades, esa elección dejó heridas difíciles de cerrar entre la dirigencia del Movimiento de Afirmación Yrigoyenista (MAY) que resultó ganadora y sus pares de Renovación y Cambio. El radicalismo recién definiría a todos sus candidatos en la elección del 4 de setiembre que la ganó el MAY y consagró a Carlos Zavala para la gobernación. Pero en la UCR hubo una diáspora tan pronunciada, que todo terminó con dirigentes expulsados del partido.
Para principios de agosto, curiosamente a nivel nacional, el panorama para peronistas y radicales era el inverso: el PJ aún no tenía candidato a presidente (aunque Ítalo Lúder ya se perfilaba). En cambio los radicales habían consagrado a Raúl Ricardo Alfonsín de la línea Renovación y Cambio, que venció en las internas a Fernando de Rúa (Línea Nacional) y a Luis León (MAY).
El resto A las dos fuerzas mayoritarias en San Luis, se sumaba la flamante Alianza Federal. Era una coalición de centro conformada por el Movimiento Popular Provincial (MPP) y el Partido Demócrata Liberal (PDL), que tenía acordado postular para gobernador a Joaquín Tula Durán. Sólo el MPP hizo internas el 11 de setiembre para definir qué nombres aportaba a la coalición formada con sus socios demócratas. A nivel nacional, la Alianza Federal acompañaba la fórmula conformada por Francisco "Paco" Manrique para presidente y al puntano Guillermo Belgrano Rawson para vice.
El Movimiento de Integración y Desarrollo (MID), cerraba la lista de las fuerzas políticas con expectativas de gobernar San Luis. Apostaba todo al “Pibe” Domeniconi, que en junio se quedó con la presidencia del partido y a principios de setiembre fue ratificado como candidato a gobernador. Domeniconi ya había comandado la provincia en los cortos años de oro del desarrollismo, entre 1958 y 1962. El candidato a presidente del MID era Rogelio Frigerio.
Rodríguez Saá, Zavala, Tula Durán y Domeniconi fueron los cuatro candidatos a gobernador que los puntanos encontrarían en el cuarto oscuro en la elección de octubre. Y si bien la convocatoria a elecciones por parte del gobierno militar se daba por descontada, para ellos y sus partidos ese llamado marcó una línea divisoria: de allí en adelante quedaba la recta final de la campaña, 88 hojas de almanaque que caerían una a una, hasta llegar a la elección del 30 de octubre que le devolvió a los puntanos, y al país, la vida en democracia.
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