El mandatario destacó como logro el traspaso de la Policía Federal y explicó su estrategia de proximidad con los vecinos
Cuenta que ya no tiene tiempo para ir a ver a Racing; que los únicos ratos libres para su familia son los sábados después del mediodía y los domingos a la tarde. Horacio Rodríguez Larreta impone un ritmo de trabajo intenso, que empieza a las 6.30 y termina tarde, bien tarde. "Cuando vuelvo de correr [lo hace de madrugada con Guillermo Dietrich, ministro de Transporte de la Nación] ya tengo alguna reunión en mi casa. Hoy mi responsabilidad es otra, pero siento que en estos seis meses nada me sorprendió en la función que ocupo", dice, y admite: "Sí costó armar los equipos y que todo se pusiera en marcha".
-¿Hubo algo en la gestión que le robó la paciencia?
-Al principio nos costó encontrar un ordenamiento cuando arrancó el mandato, porque muchos ministerios quedaron sin equipos, completamente vacíos. Hubo que armarlos de cero y ponerlos a trabajar al ciento por ciento.
-¿Cuál considera que es el punto más alto en lo que va de su gobierno?
-Sería muy simplista centrarlo en uno solo. Pero creo que el hecho más trascendente fue la firma del traspaso de la Federal a la Ciudad. Se logró trabajar en forma más coordinada con los agentes y esto permitió liberar algunos espacios públicos que estaban ocupados por manteros, como en Caballito y Flores. Trabajamos para que la Federal esté al servicio de la gente en los barrios, como la Metropolitana.
-La impronta de Larreta, si se compara con la gestión anterior, de la que también fue parte, ¿cuál sería?
-Diría que caminar mucho la calle. Tres días a la semana los organizo fuera de la Jefatura de Gobierno, estoy con los vecinos. La intención es preguntarles qué les pasa, qué quieren, qué necesitan...
-¿Qué necesita el porteño?
-Que estemos cerca, soluciones a sus inquietudes. Por eso todos los ministros tienen que salir a la calle y tocar el timbre en los barrios. Ésa fue una buena decisión. Así logramos que surgieran proyectos interesantes y cambios importantes en lugares muy concretos. En septiembre próximo, por ejemplo, van a empezar a verse obras vitales que mejorarán la movilidad y serán del disfrute de los peatones.
-Hay voces críticas de la concesión a privados de espacios públicos. Hablan de privatización. ¿Qué dice al respecto?
-Yo creo en el funcionamiento de iniciativas público-privadas en algunos proyectos interesantes; son inversiones donde el Estado no tiene que poner dinero y después la gente les saca provecho. Son beneficiosas en todo sentido.
-¿El traspaso de terrenos en manos de la Nación a la Ciudad es un cambio significativo que les ha liberado trabas que antes tenían?
-Sí, trabajar en esta línea facilita muchas acciones que antes eran imposibles; por ejemplo, empezar a hacer cambios profundos en terrenos ferroviarios, como la villa 31.
-En el día a día del vecino, ¿en qué le mejoraron la vida?
-Tratamos de hacerle la vida más fácil. Por ejemplo, ahora tenemos camiones tapabaches y vamos a conseguir que no haya ninguno en la vía pública.
-Eso lo prometieron varias veces y no se cumplió...
-Se va a lograr. Con las veredas sí hay que mejorar.
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